Teóricamente, las democracias son sistemas de gobierno que delegan en unos representantes la soberanía del pueblo. Estos representantes se supone que trabajan por y para su población ya que anuncian unas medidas de gobierno por las que han sido elegidos. No es democracia una clase política con privilegios y capacidad para tomar decisiones arbitrarias al margen de su población.
En tanto la soberanía reside en el pueblo español, al menos en España sobre el papel de su carta magna, el pueblo, a través de mecanismos formalmente dispuestos, debe tener la prerrogativa de exigir su cumplimiento sin injerencias de tribunales que puedan estar polítizados con un sesgo partidista y no quedar maniatado observando como a sus presuntos representantes se les permite vulnerar el estado de derecho y ejercer de censores y jueces de la población. Eso sería pasar por encima de la soberanía del pueblo e instaurar un abuso en el que sus nacionales serían vasallos.
Es por tanto indispensable que para hablar de democracia y estado de derecho se den unos requisitos exigibles mínimos, como el servicio a los nacionales de un país y no su control y sometimiento imponiendo su potestas, es decir, un uso indiscriminado de la fuerza institucional que por decreto normalice una tiranía.
Debe exigirse responsabilidad directa y personal a los representantes políticos por sus normas y decisiones y no un mero reproche formal. Todo representante político debe experimentar idénticas situaciones que obligan a sufrir o a disfrutar a sus compatriotas y no quedar exentos como señores feudales. Con ello se evita que esos representantes políticos pudieran ser meros mercenarios de intereses ajenos a la población que les llevara a secuestrarla para medrar a su costa.
No existe necesidad de efecto probatorio de políticas o leyes ni de conectar causas y consecuencias en un farragoso sistema legal, únicamente debe exigirse que los representantes experimenten en sus carnes y en las de sus familias los efectos de sus propias políticas sin remisión, tanto las buenas como las malas.
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